Entrevista a Tomás Rouzer

Tomas Rouzer: "Aquí hay como una adicción al sufrimiento"

Por José Gabriel Chueca
Un conjunto de técnicas para escuchar a nuestro propio cuerpo. Así se podría resumir la labor que hace, en la escuela de Artes Somáticas Aplicadas, Tomás Rouzer, estadounidense que llegó al Perú en los años 70 y que, desde entonces, se dedica a promover la salud espiritual.
"Creo que encontré un calor humano y una expresividad emocional que era muy inusual para alguien que venía de un pueblo rural en Pensilvania, donde nadie se da abrazos y todo se mantiene por afuera. Y también fue esta sensación de solidaridad y de familia, que es diferente a ese individualismo aislado que hay en Estados Unidos", explica Tomás Rouzer acerca de las razones por las cuales este norteamericano prefirió Latinoamérica.
¿Cuándo llegó al Perú?
Al comienzo de los 70. Ahora ya tengo aquí más años de los que viví en Estados Unidos.
¿En qué consiste su trabajo?
Parto de la idea de que, aunque uno puede asistir donde un especialista, solo cada individuo puede sentir su propio cuerpo. Lo que siempre me ha llamado la atención aquí es la adicción al sufrimiento y la necesidad de estar hablando siempre de nuestros males, las pastillas que tenemos que tomar y de nuestros problemas físicos.
¿En general o en el Perú?
En general, pero me llamó mucho la atención en el Perú. Por ejemplo, es grande la cantidad de gente que va a la farmacia a cada rato por cada pequeño dolor. Yo quisiera decirles, 'espera, quédate un ratito con tu dolor, porque ese dolor te va a enseñar algo acerca de ti y tu vida'. Todo esto se trata de exploración e investigación para enseñar a la gente a salir de esta marcha frenética, a bajar la velocidad y a prestarse atención a uno mismo.
¿Cómo se hace todo esto?
Comienzo con relajamiento, luego con respiración. Después trabajo con micromovimientos, pequeñas prácticas que producen grandes cambios en el cuerpo y que, además, permiten que uno preste atención a lo que uno está haciendo para cambiarlo. A diferencia de los deportes o de masajes -en los cuales viene otra persona y nos golpea el cuerpo-, esto va mucho más lentamente y mucho más internamente. Al final, uno descubre cómo soltar tensiones internas. Es como pelar una cebolla: uno va pelando capas psicológicas y emocionales que nos van liberando.
¿Y cómo reacciona la gente?
A veces se asustan y se van corriendo porque vinieron aquí esperando sentirse mejor y, de pronto, se sienten peor. Lo que les digo es que están haciendo limpieza. Toda la vida de uno está registrada en su cuerpo; las vivencias están en los músculos, en la estructura del cuerpo.
Tiene un componente psicológico el asunto. En cierto momento empiezan a involucrarse la mente, la memoria y otras cosas, como la creatividad, que es lo que nos abre a la expresividad. Y al expresarnos comenzamos a trabajar con nuestra autoestima y con nuestra capacidad de ser artistas en nuestra vida, lo que se traduce en ser nuestros propios líderes.
¿Cuál es el vínculo entre creatividad y liderazgo?
Creo que todos somos líderes en el sentido de que vamos construyendo nuestras vidas con las decisiones que tomamos. El tema es que muchas veces decidimos muy inconscientemente. La idea, entonces, es bajar la velocidad y escuchar a nuestro cuerpo, que nos va a decir si tal o cual decisión es buena o mala para nosotros.
Usted también enseña cursos de liderazgo en la Universidad Católica.
Sí. A lo largo de los años he ido acumulando una serie de experiencias para que los alumnos puedan desarrollar sus capacidades, como ser gerente social, hacer cosas que les den miedo, etc. Un líder tiene que atreverse a vencer sus miedos para expresarse y llegar a las otras personas, pero escuchando, tratando a las personas como personas. A eso tenemos que atrevernos: a escuchar al otro y a ser amables.
¿Usted usa estas cosas consigo mismo?
Sí. Por ejemplo, hace como cuatro años estaba harto del Perú. Era como la décima vez que me quería ir. En eso estaba cuando unos amigos me invitaron a una ceremonia de ayahuasca con una mujer shipiba que había venido a Lima. Yo respeto esas cosas, pero no entraba en ellas. Pero no sé por qué, esa vez, algo en el corazón me dijo que podía irme del país o asomarme a este tema del Perú profundo.
¿Y qué pasó?
Participé en la ceremonia y eso cambió mi vida. Me fascinó el uso de la voz, del sonido, para curar. Y decidí que tenía que aprender aquello. Fui a la selva y viví con los shipibos, en un mundo de curanderismo -cosa a la que, por cierto, la mitad de los peruanos recurre-. Aprendí también el liderazgo que ejercen los curanderos en sus comunidades. Quedé fascinado con todo eso y lo incorporé a mi trabajo.
¿Está aprendiendo a usar ayahuasca?
Cuando se toma ayahuasca hay que saber para qué. Si uno toma solo para tener visiones, es una cosa, pero tomarla para aprender representa iniciar un aprendizaje muy doloroso, en el que se va a enfrentar a demonios interiores. Porque uno está aprendiendo, de alguna manera, a ser curandero, y eso toma años de años y no es nada fácil.

Entrevista en PERÚ 21.

1 comentarios:

JORGE C dijo...

QUERIDA LIDIA QUE GUSTO ESCUCHAR Y VER ESTA ENTREVISTA...
SABES EN AQP ESTAMOS INTERESADOS EN QUE NOS DES UN TALLER DE RESPONSABILIDAD COMPARTIDA (EL LIDERAZGO DE EQUIPO) RESPONDEME... jorlu@hotmail.com
Y POR FAVOR SALUDA A TOM Y A TODO EL EQUIPO... NO LOS PIERDO DE VISTA
ABRAZO
JORGE LUIS